El
pertenecer a la familia Ochoa, una gloria de la música en la provincia de LasTunas, es como se dice, un arma de doble filo para Alexander Ochoa, uno de los
hijos de El Feo, porque es un orgullo pero sobre todo un compromiso con el
público que cada vez pide más y más de él y su grupo Caisimú.
Desde
pequeño, Ochoita, como siempre le han llamado para diferenciarlo de su padre,
se pasaba largas horas atento a lo que tocaba su familia, y entre melodías y
acorde creció y aprendió los secretos de varios instrumentos, tanto de los conocimientos adquiridos de su
familia como de la academia, hasta que se hizo músico de los buenos.
Ya de
grande, llegó a la orquesta Caisimú, que fundó su padre, quien le entregó la
dirección del grupo y comenzó a experimentar y a poner en práctica todo lo que
tenía en mente y quería lograr.
Así, ha ido
conformando un repertorio respetable, una sonoridad respetable, y una carrera
brillante, y hoy no se ve fuera de su orquesta, aunque no deja de cumplir sus
responsabilidades como funcionario de la Empresa de la música y los
espectáculos Barbarito Diez, de Las Tunas, y en la docencia, que siempre lo ha
acompañado.
Ochoita es
un músico de academia que trabaja a partir de la academia, y aunque confía en
su oído y en su instinto, la teoría siempre está presente, y lo que es siempre
es, sin lugar a dudas, porque las improvisaciones casi nunca dan resultados, y
cuando lo dan es a media.
Como
descendiente de la emblemática Familia Ochoa, él es una prolongación de su
abuelo y de su padre, pero sus hijos siguen su camino, y así será, según él,
por los siglos de los siglos, porque su familia, junto a los Márquez, han
creado un sello distintivo de la música en Las Tunas, donde casi siempre, en
los buenos grupos y buenos proyectos, cuando no hay un representante de una de
esas familias lo hay de la otra, parabién de la cultura en esta provincia.
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