Eso fue hace más de 15 años, cuando sin ninguna experiencia, pero con el talento a cuesta, enrumbó su vida hacia el arte gráfico editorial, pasando por la caricatura personal, y después de graduarse de una carrera técnica en Alemania, a la que llegó más por sus padres que por sus deseos.
Desde entonces, Antoms ha soltado sus velas para navegar con el viento a favor y en contra, por las turbulentas aguas del arte gráfico cubano, siempre con un poco de suerte, pero sobre todo de sabiduría y decisión ante lo que quiere, y entre un mundo de buenos exponentes que casi no dejan espacio para nadie por la brillantez de su obra.
En
los primeros años lo afectó un poco la falta de academia y de teoría, a lo que
se impuso con estudio y práctica, con el análisis de las obras de artistas que
le sirvieron de paradigmas, la participación en eventos y concursos, pero sobre
todo, con el oficio de pintar y pintar sin descanso.
Hoy,
Antoms se codea con lo mejor del arte gráfico en el país, y sus obras en la
parte editorial se van convirtiendo en símbolos, con temas sobre Los Cinco, el
bloqueo, la guerra y la paz, la vida cotidiana del tunero y del cubano, y el
manejo de figuras claves para enviar sus mensajes, siempre llenos de aliento,
que hacen reflexionar al espectador de manera profunda.
También
con la creación de El Cafetazo, ha logrado un espacio emblemático para la
caricatura en Las Tunas, a la que cada vez son más los que se unen, en una
carrera contra el tiempo y contra el inmovilismo, porque él sabe que vivimos
tiempos difíciles pero históricos, y el arte gráfico editorial y la caricatura
personal siempre tienen un lugar y un espacio en busca de un mundo mejor.
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