Jose
Alberto, mi hijo menor, cumple hoy 25 años y definitivamente ya se hizo hombre.
Jose dejó
de ser un muchacho y ya en sexto año de Medicina, enrumba su vida hacia la
profesión más hermosa, hacia la sensibilidad plena para luchar por los demás.
El tiempo
pasa, nos vamos poniendo viejos, como diría el trovador, y aún es difícil creer
que aquel niño que nació ayer ya sea un joven de bien, casi médico, con
fundamento y responsabilidad, aunque cuando está junto a Maikel, su hermano
mayor, se ríen de todo, de las gracias de uno o de otro, y la casa se revuelve con
sus ocurrencias.
Hoy ha sido
un día tranquilo, en familia, sin el bullicio de las fiestas que en la calle la
gente disfruta.
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Junto a su hermano Maikel. |
En casa
hemos hecho un suculento almuerzo con tamales, la especialidad de la casa,
cerdo asado, un kake y helado y sin bebidas alcohólicas, porque, por suerte, mi
hogar está libre de la bebedera.
Jose la ha
pasado feliz junto a nosotros, su novia y los padres de su novia, y es un
orgullo que haya visto la luz del mundo en el Día de la Rebeldía nacional, el
26 de Julio de 1990, justamente cuando Cuba iniciaba un duro período por la
historia misma que le ha tocado vivir, aunque para él, siempre es 26, como se
dice por acá, y modestamente, siempre ha pasado su cumpleaños feliz, al lado de
los que ama y quienes lo amamos. Y eso es lo más importante.
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