domingo, 26 de julio de 2015

Jose Alberto, mi hijo menor, cumple hoy 25 años y definitivamente ya se hizo hombre.

Jose dejó de ser un muchacho y ya en sexto año de Medicina, enrumba su vida hacia la profesión más hermosa, hacia la sensibilidad plena para luchar por los demás.

El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, como diría el trovador, y aún es difícil creer que aquel niño que nació ayer ya sea un joven de bien, casi médico, con fundamento y responsabilidad, aunque cuando está junto a Maikel, su hermano mayor, se ríen de todo, de las gracias de uno o de otro, y la casa se revuelve con sus ocurrencias.

Hoy ha sido un día tranquilo, en familia, sin el bullicio de las fiestas que en la calle la gente disfruta.

Junto a su hermano Maikel.
En casa hemos hecho un suculento almuerzo con tamales, la especialidad de la casa, cerdo asado, un kake y helado y sin bebidas alcohólicas, porque, por suerte, mi hogar está libre de la bebedera.

Jose la ha pasado feliz junto a nosotros, su novia y los padres de su novia, y es un orgullo que haya visto la luz del mundo en el Día de la Rebeldía nacional, el 26 de Julio de 1990, justamente cuando Cuba iniciaba un duro período por la historia misma que le ha tocado vivir, aunque para él, siempre es 26, como se dice por acá, y modestamente, siempre ha pasado su cumpleaños feliz, al lado de los que ama y quienes lo amamos. Y eso es lo más importante.


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Este es mi espacio personal para el diálogo con personas de buena voluntad de todo el mundo. No soy dueño de la verdad, sino defensor de ella. Vivo en un país libre y siento orgullo de ser cubano.

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