miércoles, 23 de diciembre de 2015

Doctor James P. Guzek, de Pensilvania. /Foto: Ahmed Velázquez.
Es una novedad hablar de Kpando. De sus olvidadas casas y callejuelas de tierra roja, de sus gentes empeñadas en buscar el sustento diario, lo que muchas veces resulta infructuoso.

De Kpando se ha hablado muy raras veces en muchos años. El solo hecho de estar en un punto tan alejado en la Región del Volta, en la extensa geografía de Ghana, en el África subsahariana, lo ha hecho más inaccesible para aquellos que no saben que existe, incluso en tierras cercanas.

Sin embargo, en los años 1999-2000, Kpando cambió y despertó interés para su población natal y las comunidades vecinas, por la labor de médicos cubanos y norteamericanos en el hospital católico Margaret Marquart.

El centro asistencial se levanta a un costado del poblado. Es una construcción modesta, se distingue de las del resto del país por ser más asequible para la gente pobre, y por la característica, única en Ghana, de la labor conjunta de los especialistas de la Isla y Estados Unidos.

En el hospital de Kpando primaba el respeto y la admiración mutua entre los médicos de los dos países. Más de dos años  trabajando juntos en aras de la salud del sufrido pueblo ghanés es una muestra elocuente de cuánto ha hecho este equipo en el noble empeño de preservar la vida de la población nativa.

Aun cuando el Gobierno de los Estados Unidos se empeña en su diferendo con Cuba, los médicos de ambos grupos no tuvieron en cuenta la política del Imperio, se relacionaban como verdaderos profesionales, y los resultados fueron halagüeños en los principales indicadores de salud.

Jennifer Thoene es una joven profesional de California, que pertenece a la Mision Doctors Asociation y se desempeñaba como directora del Margaret Marquart. Ella estaba encantada por tener a los médicos cubanos allí, porque sin ellos no hubiesen logrado todo cuanto se hizo. Se sentía  realmente impresionada con su profesionalidad y entrega al trabajo.

Aunque no estaban en el hospital, se encontraban de guardia las 24 horas en sus casas, y en cualquier momento que se les iba a buscar, llegaban con una disposición sin igual; con una conciencia increíble”, decía.

Jennifer confesaba que antes de estar en Ghana no tenía referencia de la medicina cubana por las barreras existentes. «Todo lo que se dice en mi país sobre Cuba está tergiversado y de lo bueno que se hace allá no se habla nada. Pero ahora que he tenido la posibilidad de trabajar con un grupo de médicos cubanos te aseguro que están muy bien entrenados, y le pido al Gobierno de Cuba que siempre envíen ms profesionales para nuestro hospital».

Para el doctor James P. Guzek, de Pensilvania, la oftalmología es pasión. Su trabajo en este hospital desde 1998 le permitió laborar con varios médicos cubanos, primero desde su posición de director del centro asistencial, después como especialista.

James disfrutaba trabajar con los cubanos, que son muy profesionales y talentosos. En lo personal los une una gran amistad, y desde el punto de vista de la labor diaria, constituyen una fuerza insustituible. Cree que sin ellos el centro no funcionaría bien.

«Y no solo este grupo, porque el anterior también dio muestras de un trabajo envidiable en todos los sentidos. Además de buenos profesionales son excelentes personas».

Peter Meade es el único de los norteamericanos que habla español, por el  hecho de haber trabajado durante mucho tiempo en misiones con mexicanos. Cirujano de Los Ángeles, integra la Organización católica Mision Doctor, Médicos sin fronteras y Compañeros de Los Ángeles.

«Ha sido un buen entrenamiento trabajar con los médicos cubanos. Hay cosas que ellos no saben y otras que yo no sé, y entonces intercambiamos experiencias y conocimientos, lo que constituye una buena oportunidad para aprender cosas juntos.

«Desde el punto de vista personal esta experiencia me ha servido de mucho, porque los profesionales cubanos que he conocido en mi país son personas que reniegan del Gobierno de la Isla, por lo que yo solo veía un lado del asunto; pero ahora veo ambos lados y las cosas no son como yo creía por las pobres referencias que tenía. Y te digo que estoy impresionado con la labor de los profesionales que trabajan aquí. Sería beneficioso que un día otros médicos de mi país tuvieran la oportunidad que yo he tenido ahora».

Por eso Kpando salió de su escondida geografía y se conoce más. Porque es un hecho notable el que este grupo de norteamericanos laborara con el anestesista Jorge Luis, la pediatra Sandra, el ginecólogo Miguel y el médico general integral Sergio Rufín, quienes conformaron un equipo multidisciplinario cubano-estadounidense que luchó, día a día, para preservar la salud de los olvidados de este mundo.


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